Querida Chiqui,

Este año ha sido una obra de giros inesperados, un guion impredecible que se escribió entre el primer entrenamiento y el último aliento de esfuerzo. En esa vorágine, olvidé mi mindset; permití que la distracción nublara mi fe y me convertí en un eco de influencias ajenas, olvidando la voz y el fuego propio que realmente me habitan.

Pero aquella noche proyectaste una sombra inmensa que me obligó a mirar el techo y luego mirarme al espejo en mi casa. Me hiciste recordar quién soy en realidad. Esa vulnerabilidad que sentí al hablarte no fue debilidad, sino el punto de quiebre necesario. Ahora, tomo esa fragilidad y la forjo como armadura. Voy a volverme inquebrantable, no por accidente, sino por voluntad propia, persiguiendo mis objetivos con la furia de quien ha despertado.

Que la vida te depare grandeza, tal como yo alcanzaré la mía.

Y crecé más de físico.

Hasta la próxima vida,

G.G